A consumir, a consumir
Me contaba una psicóloga que yendo en un autobús municipal se sentó frente a una madre y su hijo. El muchacho , de unos cinco años, era de estos que ponen a prueba la paciencia del más templado. Cuando llegó al límite de los nervios de su progenitora, ésta le cogió por los brazos zarandeándole le espetó un «¡TRANQUILÍZATEEE!», que, como no podía ser de otra manera, provocó un llanto colérico en la criatura que le duró por lo menos, hasta el final de trayecto.
La invitación lanzada esta semana por Campa al consumo, me ha sonado igualito, igualito que la orden de esta pobre madre…